viernes, 30 de agosto de 2013

CAPÍTULO 8


Capítulo 8

Dani



Después de comer, todos fueron a hacer tareas en el barco, como limpiar, ordenar y todas esas cosas. El día transcurrió con normalidad, así que una vez que cenaron fueron todos a dormir. Menos Dafne, que se quedó de guardia por si pasaba algo.

-Qué noche tan buena hace... El cielo es tan bonito, tantas estrellas... -Dafne estaba emocionada pensando todo eso, le encantaba el mar. Ian apareció porque le tcaba hacerle relevo de guardia.



-Hey, aún te queda media hora, puedes ir a dormir si quieres. -Dijo Dafne.



-No, yo prefiero estar alerta que arrepentirme luego, no como otros. -Le miró serio.



-Estoy alerta, no me digas como tengo que hacer las cosas, me las apaño mucho mejor que tú. -Contestó Dafne borde.



-¿Eso crees eh? Por eso lo de la montaña, ¿no? -Dijo Ian.



-¡Si me lo vas a estar echando en cara no haberme salvado! -Gritó Dafne rabiosa.



-A veces pienso si debería haberlo hecho. -Contestó Ian hiriente.



Dafne le miró muy mal y comenzó a andar hacia dentro del barco.



-¡Pues quédate con la guardia para ti solito! ¡Idiota! -Le gritó.



Pero de pronto Ian pegó un grito.



-¡Dafne cuidado! - Y saltó encima de ella. Un kraken apareció de la nada y casi golpea a Dafne con uno de sus tentáculos. Ian quedó encima de Dafne y se miraron muy profundamente por unos segundos, pero en seguida Ian se quitó corriendo y le gritó:



-¡Corre! ¡Ve a avisar a los demás! ¡Yo me encargo de mientras! ¡Vamos!



Dafne asustada fue corriendo a avisar a todos de la aparición del kraken.

Chris fue el primero en salir para ayudar, estaba sin camiseta y con pantalón corto, pero bueno, en esos momentos le daba igual. Al poco tiempo fueron apariciendo los demás compañeros, luchando codo con codo contra el kraken.



-¡Rápido chicos! ¡Tenemos que cortar todos los tentáculos antes de que nos mate! -Gritó Chris. - ¡Los magos subios a algo elevado y atacad rápido y con ataques potentes! ¡Los demás nos dividiremos en tres grupos, unos a la derecha, otros a la izuierda y otros atacarán por el centro!



-¡Sí, señor! -Gritaron todos.



De pronto apareció el capitán Oliver y se unió en seguida a la batalla. Parecía que el único que aún no había salido era Dani. Algunos de la tripulación comenzaron a caer al agua debido a los golpes del kraken, la cosa se estaba poniendo fea.



De pronto apareció una chica corriendo por el barco, llevaba unas cuerdas en su mano.



-¡Perdón por tardar! ¡Estaba buscando unas cuerdas! ¡Tengo un plan! -Gritó la chica.



-¿Y tú quién eres? -Gritó Eric.



La chica al parecer no se había percatado de que llevaba el pelo suelto. -¡Soy Dani!



-Oh Dios... -Dijo Chris.



-¡Podemos derrotar al kraken! ¡Lo primero que necesitamos un arquero! -Gritó ella.



-¡Yo! -Contestó Dafne.



-¡Bien, sube lo más alto que puedas y dispara a los tentáculos más alejados del barco!-Ordenó Dani.



-¡Eso está hecho! -Respondió Dafne siguiendo sus órdenes.



-¡Ahora necesito que atraigais al kraken y le ateis los tentáculos más cercanos al barco con estas cuerdas! ¡Debeis de tener cuidado! ¡Y los magos atacad a sus ojos! -Dijo Dani.



-¡Vamos chicos! -Gritó Chris.



Entre todos consiguieron atar los tentáculos más cercanos al barco, debilitar los tetáculos lejanos y dejarle ciego. Sólo quedaba el toque final.



-¡Vale, sólo queda una cosa! ¡Cuando salte y me quede un segundo para llegar al kraken, soltad las cuerdas o moriremos todos! -Ordenó Dani.



-¿Qué pretendes? -Gritó Eric.



-¡Salvaros! -Contestó ella.



Eric la miró muy asombrado, nunca había conocido a una persona tan sacrificada y valiente. Dani subió a lo alto del barco y saltó con la espada en la mano. Justo antes de tocar al kraken Eric y Chris cortaron las cuerdas a cada lado. Dani clavó su espada en la cabeza del kraken y éste cayó hacia atrás con ella encima, sumergiéndose en el oscuro mar.



Eric se asomó corriendo por la barandilla, pero no veía a Dani.



-¡Tenemos que sacarla del agua! -Gritó Eric.



-¡Eric, es muy peligroso, está todo negro y puede que el kraken siga vivo! ¡Es un suicidio! -Le respondió Chris.



-¿Vamos a abandonar así a alguien que está dando la vida por nosotros, Chris? -Dijo Eric.



Ni lo pensó un segundo más y se tiró al mar a por ella.





Chris se asomó corriendo hacia el mar en busca de su amigo, y no lo podía creer.

Eric había rescatado a Dani bajo el mar.



-¡Eric! ¡Voy a por un bote! ¡Espera! -Gritó Chris con lágrimas en los ojos. No podía creer lo que acababa de hacer su amigo. Desde luego había cambiado mucho desde que lo conoció.



Lograron subir de nuevo al barco a ambos, Dani estaba inconsciente, pero Nérida le curó en unos pocos minutos.



-¿Dónde estoy? -Preguntó con la voz muy ida- ¿Estoy muerta?



-¡Dani! ¡No estás muerta! ¡Estás muy viva! -Dijo Nérida muy feliz.



-Oh... ¿En serio? -Contestó Dani.



-¡Dani! -Eric le abrazó en seguida.- Dios... muchas gracias... gracias... -dijo muy emocionado.



-Ey... tampoco ha sido para tanto amigo... -Contestó ella.



-No es sólo por eso... gracias... -Siguió abrazándola.



-Eric, dejémosla descansar, ¿sí? -Dijo Ian cogieno a Eric por la espalda.



-Claro... -Contestó él.



-Sí, quiero dormir, muchas horas, no me desperteis hasta dentro de tres días. -Dijo Dani de broma.



-¡De eso nada muchacha! ¡Primero Dafne y yo te bañaremos y secaremos! O si no te resfriarás y no creo que te apetezca mucho. -Dijo Nérida.



-¡Así que chicos, todos fuera! ¡A dormir! -Ordenó Dafne.



Los chicos salieron de la habitación y salieron a la parte de fuera.



-Chicos... podríamos haber muerto esta noche... -Dijo Sever.



-Sí... -Contestó Ian.



El capitán Oliver se acercó a los cuatro chicos muy serio.



-Muchachos, me temo que deberemos atracar en cuanto lleguemos a la isla Yarea, el kraken dañó muchas zonas del barco que deben ser reparadas. Así que el viaje me temo que durará unos días más.



-Vaya... Bueno, que se le va a hacer. -Dijo Chris.

Los chicos estuvieron un rato hablando juntos sobre lo que había pasado, y un poco después fueron a dormir.

CAPÍTULO 7


Capítulo 7

El capitán Hacha



Eric salió de su dormitorio para ir a desayunar con sus compañeros, pero cuando iba por el pasillo, escuchó muchos golpes y gritos que venían de fuera, así que decidió ir a mirar.

Al salir, vio como había un barco pegado al suyo, y por la bandera, supo que eran piratas. Estaban todos luchando, y había un hombre muy grande, de pelo largo y un parche en el ojo hablando con el capitán Oliver, bueno, hablando, tenía su espada en el cuello del capitán. Eric fue a ayudar a Dafne, que estaba sola luchando con su espada contra un pirata. Lucharon mientras Eric le preguntó a Dafne:

-¿Qué ha pasado?.



-Esta mañana se acercaron y nos quieren robar el dinero, el que está con el capitán es el cabecilla. -Contestó ella.



Eric siguió luchando contra aquellos piratas, pero en un momento que iba corriendo cerca de una puerta, ésta se abrió y metieron a Eric dentro. El cayó al suelo confundido.



-¡Eh! ¿Qué pasa contigo? -Dijo Eric violento.



-Idiota, os puedo salvar a ti y a tus amigos. -Le dijo un chico con un pañuelo en la cabeza.



-Pero si eres de su tripulación, ¿cómo sé que no es una trampa? -Respondió Eric cofnundido.



-Porque no te he matado. -Contestó el chico. -Y podría haberlo hecho hace rato... Verás, toda la tripulación odia a ese capitán, así que esta es la mejor oportunidad para acabar con él. Siempre nos trata fatal y no nos da ni una moneda de los tesoros...



-Entiendo -Dijo Eric. -Pues entonces, ¿qué hacemos?



-La tripulación ya lo tenemos hablado, sólo necesitábamos aliarnos con alguien para poder acabar con él. Así que, yo les daré el aviso y vamos todos a por él. -Contestó el chico.



Los dos salieron de nuevo a la cubierta y el chico subió a una vela del barco.



-¡Muchachos! ¡Luz verde! ¡A sus puestos! -Gritó emocionado.



Todos los piratas dejaron de pelear y fueron directos a su capitán.



-¿Pero qué estáis haciendo? ¡Yo soy el capitán Hacha! ¡No podeis derrotarme! -Gritó el hombre.



-¡Muy bien, vamos a comprobarlo! -Gritó el chico del pañuelo apuntándole con su espada, tenía una como las de Chris y Eric, de las siete del lago del Fin, era una espada muy afilada y se la veía de gran potencial.

Los piratas ataron al capitán entre todos y lo arrojaron al mar. Librándose por fin de su avaricia y sus malos tratos.







-¡Daniel! ¡Muchas gracias por todo! Vamos a ir a las islas Bodor, a ver si encontramos el tesoro de las cien monedas de oro. ¿Vienes no? -Preguntó uno de los piratas.



-¿Las islas de Bodor están en la nación de Taka, verdad? -Preguntó el muchacho.



-Sí -Contestó el hombre.



-Hmm... me temo que no voy en esa dirección, marchad sin mí. -Contestó él.



-¿Seguro? ¿Estarás bien? -Le preguntó el hombre.



-Sí, tranquilo, ya nos veremos, ¡disfrutad y esta vez elegid un buen capitán! -Se despidió Dani.



-Buen viaje compañero. -Respondió el pirata.



El barco pirata se alejó de ellos y se marcharon. Dani se había quedado en ese barco, así que se acercó a Chris y Eric.



-Hola... eh... -dijo nervioso- Veréis... Me dirijo a la nación de Hebi, y creo que vais en esa dirección... Me preguntaba si me dejariais quedarme hasta que lleguemos allí.



-Hmmm... No sé... no te conocemos -Conestó Chris.



-¡Pero nos ha salvado la vida Chris! ¡Él es el que ha dado la orden para atrapar al capitán! -le dijo Eric.



-Si es demasiada molestia me conformo con un bote y ya me las apaño yo. -Contestó el chico.



-Bueno, hablaré con el capitán Oliver y luego te digo que haremos contigo. -Dijo Chris.



-Está bien, ¡gracias! -Contestó Dani.



Chris se fue a la parte de dentro del barco mientras Eric y Dani se sentaron en unas escaleras para hablar.



-Y bueno, ¿quien era ese tío? -Preguntó Eric.



-Era el capitán Hacha, era muy violento y siempre nos pegaba palizas cuando no haciamos las cosas perfectas. Siempre se quedaba casi todo el dinero y apenas teníamos comida para nosotros mientras él se atiborraba. Era un asco. -Contestó Dani.



-Pero si tú también eres un pirata, ¿por qué no te has ido con ellos a buscar más tesoros? -Dijo Eric.



-Porque yo estoy buscando a una persona. -Contestó Dani. -En realidad llevaba con esa tripulación un mes. Sólo busco medios para llegar a la isla de Pernea, en Hebi.









-Nosotros también vamos hacia allá, así que no vas a tener problemas. -Dijo Eric.



-Y vosotros, ¿para qué vais? ¿Quienes sois? -Preguntó con curiosidad Dani, no se lo había planteado.



-Nosotros somos de Denfly, la capital de Same. Somos cazadores de monstruos, y hemos tenido problemas en la aldea, así que tenemos que ir a Pernea para hablar con el rey Tristán. -Le contó Eric- Por cierto, me llamo Eric Faighton, encantado.



-Vaya, que vidas más emocionantes... -Contestó Dani. -Yo me llamo Daniel Wenterer. Un placer.



-¿A qué te dedicas tú?- Dijo Eric.



-¿Yo...? A sobrevivir. -Contestó Dani serio. -Lo único que he hecho en esta vida es permanecer con vida, sin un rumbo fijo. Uniendome a grupos y consiguiendo fuerza y experiencia para poder llegar a Pernea y encontrarla.



-¿Quién es? ¿Alguna novia? -Preguntó curioso Eric.



Dani alzó la mirada y le miró serio. De pronto aparecieron Sever e Ian, avisándoles para ir a comer.



-Hey, a ti no te había visto antes. Me llamo Sever, soy mago de especialidad fuego, y este es Ian, mago especializado en rayos. -Dijo Sever.



-Sabes, si él fuera un villano enmascarado tú y yo ya no tendríamos nada que hacer. Los puntos fuertes no se dicen a primera vista, Sever. -Le dijo Ian serio.



-Tranquilos, no soy un villano enmascarado ni cosas raras -contestó Dani. -Un placer conoceros, yo soy Daniel.



Entraron al comedor para comer, en él, Eric presentó a Daniel a sus demás compañeros, parecía que encajaba bien. El capitán Oliver habló con Dani a solas y le confirmó que podría quedarse con ellos en el barco hasta que llegaran a Pernea.

Parecía que habían encontrado a un compañero de viaje nuevo.
































miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 6


Capítulo 6

¡Zarpar!



Todos llegaron puntuales al puerto, estaban ansiosos por subir al barco. Se quedaron asombrados al verlo, ya que era gigante, imponía mucho con sus grandes banderas. Estaba nuevo, no tenía ni un sólo rasguño. Ellos habían navegado, pero no en ese tipo de barcos, estaban realmente impactados.



-Bueno señores, aquí tienen su barco. -Se les acercó un hombre de unos 35 años, alto, castaño, de ojos verdes, robusto y sereno. Vestía con un uniforme de oficial de Denfly, parecía alquien importante.- Yo soy el capitán Oliver, un placer conocerles. Les acompañará una tripulación de 30 hombres y yo. Más tarde les indicaremos cuales son sus aposentos. Les recuerdo que el destino de esta embarcación es llegar a las islas de Pernea lo antes posible para solicirar al rey Tristán, amigo de confianza de nuestro rey Alfgar, refuerzos militares para proteger a Denfly ante una posible amenaza de un grupo terrorista.



-Sí señor, mucho gusto, yo soy Christopher Waller, capitán del equipo especializado en la caza de monstruos. -Se presentó Chris.



-Bien, espero que estén todos listos, partiremos en diez minutos. -Respondió el capitán Oliver.



-¡Sever! ¡Toma este este pañuelo para acordarte de mi! -Gritó una chica.



-¡No! ¡Mejor coje estos guantes que he cosido para ti! -Gritó otra.



-Chicas, chicas... Me llevaré ambas cosas. -Dijo Sever orgulloso.



-¡Te queremos Sever! -Gritaron las dos chicas.



Sever se despidió y subió al barco mientras los demás se reían. El barco zarpó y comenzaron su nueva misión. El capitán Oliver pidió reunirse con el grupo en el estudio. Entraron y había una mesa muy grande, el capitán Oliver sacó un mapa mundi.

-Bueno, la ruta consistirá en atravesar el mar de Cos, si puede ser sin tener que parar en nignuna de las islas que hay por el camino, ya que se dice que están embrujadas. Tardaremos 4 días en llegar a la isla Pernea, que se encuentra muy pegada a la nación de Hebi, siendo su capital. Llegareis a la aldea y debeis hablar con el rey Tristán, que os estará esperando. ¿Alguna duda? -Preguntó el capitán Oliver.



-Sí perdona, ¿dónde está el baño? -Preguntó Dafne, que parecía no haber escuchado nada de lo que había dicho.



El capitán Oliver le miró muy serio, y le dijo que al final del pasillo a la izquierda.



-En fin – siguió diciendo – Espero que los demás me hayais escuchado, sus camarotes son los del fondo, hay camas de sobra para todos. Por cierto, las comidas se efectuarán en el salón, cuando la comida esté hecha sonará la campana. Espero que disfruten del viaje.- Oliver sonrió levemente y se fue a la cubierta.







Salieron todos a fuera y comenzaron a observar el barco, era bastante grande. La tripulación parecía simpática y obediente, no se podían quejar. Fueron a comer y la comida estaba exquisita, pasaron las horas y Eric se apoyó en la barandilla del pico del barco, observando el mar. Observó su marca en el brazo, y se preguntó qué era lo que le hizo la marca y para qué servía exactamente. Recordó que salvó a Ian y Dafne gracias a ese 'poder', pero no recuerda cómo lo activó ni como se desvaneció. Sólo sabe que se activa junto a su espada. Se preguntaba por qué la tenía él.

Chris vio a Eric y se acercó a él.



-Hey, bonitas vistas eh. -Dijo Chris.



-Sí, hacía tiempo que no subía a un barco tan grande. -Sonrió Eric.



-Sabes, esto me recuerda mucho a Dayron... Me acuerdo que decía que si no le cogían en el grupo de caza monstruos se metería a pirata para robar a todo el mundo como venganza y luego crearía él otro grupo de caza monstruos mucho mejor. -Dijo Chris riéndose.



-Claro que me acuerdo – contestó Eric con una sonrisa triste – Era todo un personaje.



-¿Dónde crees que estará? -Dijo Chris serio.



-No tengo ni idea... Pero seguro que está bien, ¡haciendo alguna de las suyas! -Contestó Eric sonriendo.



-¡Seguro! - dijo Chris riendo. -¿Te acuerdas cuando robamos en aquella panadería?



-¿La del hombre gordo? ¡Dios claro! ¡Ese fue el día que más me he reído en mi vida! -Eric comenzó a reíse a carcajadas- ¿Te acuerdas que se resvaló con la piel de un plátano mientras nos perseguía con un palo?



-¡Jajajaj! ¡Claro! ¡Y Dayron aprovechando eso quería entrar a robar más pasteles! - Chris no podía parar de reírse.



Los dos rieron hasta que se quedaron con una mirada triste, meláncolica, por no tener a su mejor amigo allí con ellos.



-Esucha Eric... Sé que te sientes culpable por lo que pasó... pero quiero que sepas que solo fue un error, y Dayron a pesar de todo sé que en su corazón aún te quiere. -Dijo Chris muy serio.



Eric le miró con los ojos lagrimosos. Pero cuando le iba a responder aparecieron Sever, Dafne y Nérida.



-¡Chicos! ¡Se nos ha ocurrido una cosa! -Gritaron los tres emocionados.



-Sorprendedme. -Respondió Chris chistoso.



-Verás... Ian ahora está durmiendo en su camarote... ¿Qué tal si le pegamos un susto para animar la fiesta? -Dijo Dafne.





-¿Qué clase de susto? -Preguntó Eric interesado.



-Ahora os lo explicamos. -Contestó Nérida.



~



Ian estaba en su camarote, se tumbó en su nueva cama, y sin notarlo, se quedó dormido. Estaba muy cansado porque la noche anterior apenas pudo dormir. Pero de pronto un ruido le despertó, oía golpes en la pared, pero bueno, serían los de la tripulación haciendo algo. Fue a abrir la ventana pero se había atrancado, así que intentó encender una vela, pero no la encontraba...

-Cuantos fallos tiene este camarote -Pensó Ian- Voy a hablar con el capitán ese.



Pero Ian no podía salir, la puerta se había atrancado. Lo golpes seguían en su cuarto.

Ian hizo un hechizo de rayo pequeño para alumbrarse mientras intentaba abrir la puerta, pero cuando hizo el hechizo y vio con luz la puerta vio que en ella había un escrito en rojo, parecía sangre. 'Vais a morir todos' ponía. Y de pronto las ventanas se abrieron pero no entraba luz, sólo veía sombras, y ahora escuchaba también gritos y susurros extraños. Ian empezó a gritar para que alguien le abriera la puerta. Pero vio como alguien desde fuera comenzaba a dar golpes en la puerta, así que se asustó mas. El rayo de su hechizo se apagó, y cuando se abrió la puerta vió entrar a un hombre encapuchado. Se acercó lentamente a él y cuando estaba a punto de tocarlo...



-¡Bú! - Gritó Sever.



-¡AAAAH! -Se asustó Ian.



Todos entraron a la habitación riendose mucho. -¡Dios! ¡Sois unos idiotas! ¡Me lo estaba creyendo! -Dijo Ian.



-Eso es lo mejor de todo ¡jajajaja! -Se rió Dafne.



Ian le miró y se puso a reirse también, eran unos idiotas, pero eran sus amigos. -¿Con qué habeis hecho lo de la puera? -Preguntó con curiosdidad.



-¡Salsa de tomate prestada por el cocinero! -Respondió Nérida.



-Madre mía -Rió Ian.



Después fueron todos a cenar, la cena era pasta, sin tomate. Estuvieron hablando con el resto de la tripulación y se llevaron muy bien. Sever se entristeció porque no habían más mujeres a bordo del barco, así que se quejó junto a sus compañeros del machismo del capitán al no aceptar mujeres en la tripulación. Dafne se comió su plato y el de Nérida, que no podía comer más porque se había mareado debido al oleaje. Chris parecía un poco bebido y se puso a contar chistes horriblemente malos a la gente mientras Eric, (también un poco afectado) lloraba de la risa con sus "chistes". Ian de mientras los miraba y se reía de ellos con Nérida. Lo pasaron todos muy bien, y luego cada uno fue a su camarote a dormir.

Eric se despertó a la mañana siguiente con un poco de dolor de cabeza, la noche anterior se rio muchísimo con sus amigos. Pero no sabía lo que estaba a punto de encontrarse cuando salió a la cubierta...

lunes, 26 de agosto de 2013

CAPÍTULO 5


Dolor interno



-Chris... ¿Por qué me evitas? Antes estabas siempre conmigo pero desde hace unos días ni me miras... Yo....quería hablar contigo.



-¿Qué pasa?



-Verás... eh... Desde que nos conocimos, hemos luchado codo con codo. Me enseñaste a manejar el arco, de echo me regalaste el que uso. Me has salvado de muchos monstruos y lo hemos pasado muy bien juntos... Chris...yo... estoy enamorada de ti.



-Es cierto que lo pasamos muy bien juntos, nos llevamos genial... Pero...me he distanciado porque... he conocido a una chica que es algo totalmente distinto... Verás, contigo está todo bien, pero, no siento nada... En cambio ella... Espero poder llegar a estar junto a ella algún día, desde el primer día que la vi siento mariposas en el estomágo... mariposas eh, jamás creí que eso existía de verdad. Lo siento, Dafne.



-Chris...¿por qué no me lo dijiste sin más? ¿Por qué me hiciste ilusiones y luego simplemente te alejaste? ¿Qué tiene ella que no tenga yo...?



-Lo siento... no sabía como decírtelo... y pensé que si me alejaba te olvidarías de mi... Y no es que ella tenga algo más o menos que tú, simplemente Nérida tiene ese "algo" que hizo que me enamorara perdidamente, es algo que contigo nunca podría llegar a sentir. Dafne... no estés mal por favor...



-¡E-Eres un maldito idiota! ¡Creía que eras alguien noble, alguien digno de admirar! ¡Pero no llegas ni a la planta de los pies de cualquier villano! ¡Así que, deja de hacerte el maduro y el ejemplar porque eres el peor de todos! ¡Te odio!



-¡Dafne! ¡Espera!



Dafne se despertó sobresaltada, con lágrimas en los ojos. Odiaba soñar con ese recuerdo. Volver a sentir esa sensación de vacío en el momento en que Chris pronunció esas palabras. Lo que le costó asumir la realidad y ver a Chris de nuevo como a su amigo y a Nérida como a una compañera más, la novia de Chris. Las noches en vela que pasó llorando por sentirse tan humillada.

Pero desde ese día nunca más estaría con ningún chico, eso estaba claro. No iba a sufrir por nadie, ¿para qué? Así estaba bien.



Ya era por la mañana, así que fue al baño a lavarse la cara.



-"Es algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Aquellas palabras retumbaban en su cabeza... Dafne se miró al espejo, pensativa. Alzó su mano hacia el espejo, rozándola por la zona que reflejaba su mirada.



-Nunca serás Nérida, ni para Chris, ni para nadie.- Se dijo así misma.

Le cayó una lágrima por su mejilla, pero rápidamente se la quitó y fue a vestirse, otro día debía comenzar, otro día más...









-¡Buenos días su majestad! -Dijo Eric animado.



-¡Buenos días Eric! -Contestó la princesa Ényah.



-¿A dónde le apetece ir hoy mi señora? -Preguntó él.



-Pues, he oído que hoy hay un gran desfile en la plaza central, ¡llévame! -Ordenó ella simpática.



-Oh, es cierto, el carnaval de Denfly. ¿Nunca lo ha visto, su majestad? -Preguntó extrañado Eric.



-No, nunca me dejan salir de castillo. Pero mando a que hagan fotos, y luego una vez impresas las veo, y así sé más o menos sé lo que ha pasado. Pero no tiene ni punto de comparación con ir a verlo... Por cierto, no quiero llamar la atención, asi que hoy me pondré un vestido sencillo y no llevaré la corona, no quiero que nadie me diga nada. Así que no me hables tan formal, Eric. -Dijo ella sonriente.



-Está bien... Ényah. -Dijo Eric forzoso.



-Muy bien, espérame aquí, voy a cambiarme. -Contestó ella.



Eric la esperó por un rato en el la puerta principal del castillo. No se podía creer que fuese a ir a ver el desfile con la princesa de Denfly, estaba asombrado. La princesa Ényah salió del cuarto con un vestido color rojo oscuro muy sencillo, y llevaba una coleta alta hecha con un lazo. Parecía una ciudadana más de allí, aunque era muy guapa.

Comenzaron a andar por la ciudad, dirigiéndose al centro de la aldea a ver el gran desfile de carnaval. Llegaron y Ényah quedó completamente impresionada, era todo tan colorido... Habían carrozas enormes de todos los colores donde había encima gente disfrazada. También había una orquesta que reproducía alegres melodías. La gente tiraba globos, serpentinas... Era una vista muy alegre. Apareció la reina del carnaval y el alboroto fue mucho mayor. Estaba disfrazada de princesa, llevaba una corona gigante de color rojo y un vestido muy pomposo de muchos alegres colores. Iba feliz saludando a todos y lanzándoles besos. Ényah miraba muy alegre.



-¡Ojalá tuviese yo una carroza tan bonita! -Gritó emocionada.



-¡Jajaja! ¿Te gusta? -Preguntó él.



-¡Es increíble! ¡Nunca había visto nada tan colorido! Además, estás aquí conmigo. Mi vida es perfecta. -Dijo ella mirándole feliz.



-Ényah... -Eric se puso rojo como un tomate- Apenas me conoces...



-Pero me transmites mucha tranquilidad, además eres muy guapo Eric. -Dijo ella avergonzada.



-Esto... ¿Quieres ir a tomar un helado? ¡Conozco un sitio que hacen unos helados increíbles! -Contestó él muy deprisa.



-¡Vale! -Respondió ella.



~

Dafne fue al bar de al lado de su casa. Había estado toda la mañana con su dragón, Luz, volando y entrenando con él. Llegó cansada allí, sola. Se sentó en un taburete de la barra y pidió una cerveza y unos cacahuetes.



-¿Hoy tienes día libre Dafne? -Preguntó el camarero, James.



-Si, ya era hora -Respondió ella.



El camarero la miró feliz y le sirvió su pedido.



De pronto escuchó unas risas entrando al bar, eran Chris y Nérida. Iban cogidos de la mano y se sentaron en una mesa pegada a una ventana del bar. Dafne, intentando disimular su tristeza, se acercó a saludarles.



-¡Hola tortolitos! -Dijo sonriente.



-¡Hola Dafne! ¿Quieres tomar algo? -Sonrió Nérida con su bonito rostro de niña pequeña.



-No gracias, ya me he tomado una cerveza y unos cacahuetes, pago y me iré. -Respondió ella simpática.



-Oh, bueno, pues me alegro de verte. -Dijo Nérida.



-Y yo, ¡pasadlo bien! -Dijo Dafne mientras miraba feliz a Chris.



Dafne se acercó a la barra para pagar lo que había tomado, y Chris se acercó para pedir. Había gente delante así que tuvieron que esperar su turno. Chris miró a Dafne y se acercó a ella.



-Dafne, ¿cómo estás? -Preguntó Chris preocupado.



-Estoy muy bien Chris, ¿y tú? -Dijo ella mirándole seria.



-Bien... ¿Pero tú segura que estás bien? -Respondió Chris.



-Chris, ya hace mucho que pasó todo, en serio, no te preocupes, ¡todo está bien! -Dijo ella feliz.



-Está bien Dafne, nos vemos. Te invito a lo que hayas pedido -Chris le sonrió y se acercó al camarero.



-Gracias Chris. -Dijo ella y se marchó.



Dafne se despidió de Nérida y salió de aquel bar. Al salir vio a Sever con una chica, le estaba diciendo que después de la expedición en barco volvería e iría a su casa con unas flores, pobre chica, siempre las engañaba a todas...



-¡Hombre, Dafne! Qué grata sorpresa. Mira Elisa -dijo Sever



-Melisa -Le respondió la chica.



-Eso. Esta chica es la que salvé de las garras de un mounstro horrible, era una Jandred (especie de araña con muchas patas). -Dijo Sever entusiasmado.



-Pero qué... -Dijo Dafne. Todo era completamente mentira, siempre le salvava ella a él, pero Sever comenzó a mirarla con cara de pena y ella le dijo que todo era verdad.



-¡Eres increíble Sever! -Dijo la chica emocionada.



-Lo sé... Bueno, Dafne, nos vemos mañana. Espero no tener que salvarte de más mounstros eh -Dijo Sever.



-Sí eh...-Contestó Dafne con ironía.



Se despidió de ellos y se fue a la montaña más alta de Denfly, la montaña Dénara. Subió sin su dragon porque no quería que hiciera mucho esfuerzo, así que la escaló sola con su arco a cuestas. Llegó a la cima, era la primera vez que subía. Vio Denfly y reconció que era preciosa. El castillo, el bosque, las casas, todo... Era maravilloso. Comenzó a practicar su puntería con el arco, y sin darse cuenta se le hizo de noche.

Empezó a descender la montaña, por la ladera ya que así el trayecto era más corto a pesar de que estaba excesivamente empinada, pero estaba demasiado oscuro. Debía de tener mucho cuidado o se caería y probablemente se mataría. Pero, por el cansancio, y quizás un poco de mala suerte, mientras bajaba, apoyó el pie en una roca frágil y se cayó...

Qué torpe había sido... Bueno, no estaba mal una muerte así para ella. Aunque la gente pensara que era un suicidio ni si quiera había sido eso, era mucho más tonto... Pero en fin, ¿a quién le importaba? Si estaba sola, y así es como iba a morir, sola.



"Es algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Volvieron a resonar esas palabras en su cabeza, ¿de verdad era lo último que iba a pensar? ¿Ya está?

Pero de pronto, apareció un chico vestido de negro sobre un dragón blanco. Sin duda era Ian. Alcanzó a Dafne a tiempo y la subió a su dragón.



-¡Idiota! ¿Qué hacías ahí sola? ¿Qué pretendías? -Gritó Ian histérico.



-Yo.. eh... Estaba practicando...pero se me hizo de noche y no tenía a mi dragón... -Respondió ella avergonzada.



-¡Dafne! ¡De veras eres tonta! En fin... agárrate fuerte, vamos a aterrizar. -Gritó Ian.



El dragon de Ian aterrizó cerca de la casa de Dafne. Ella bajó del dragón y miró hacia arriba, donde estaba Ian sobre su dragón. Hacía una imagen muy bonita. Él iba de negro con su dragón blanco en la noche y justo detrás se veía el cielo estrellado con una luna inmensa. Se dio cuenta de que Ian le acababa de salvar la vida.



-Bueno, me voy, descansa que mañana nos espera un duro día, y no hagas más tonterías. -Dijo Ian serio. Se giró en su dragón para despegar de nuevo.



-¡Ian! .gritó ella.



Él se giró inesperado.



-Gracias... por salvarme... de no ser por ti estaría muerta. -Dijo ella mirando al suelo.



-Oh... no importa... Bueno, adiós. -Ian despegó con su dragón y se fue a casa.

Dafne suspiró y se fue a su casa. La mente de Ian era como un muro de piedra para ella. Totalmente impenetrable.



~



Eric y Ényah lo habían pasado muy bien ese día, pero ya se les había hecho de noche así que Eric la llevó a castillo.



-Eric, me lo he pasado genial. Realmente eres increíble. -Agradeció Ényah.



-Yo también lo he pasado bien, un placer haberla protegido mi señora. -Respondió Eric.



-Mañana os vais, ¿cierto? -Preguntó ella.



-Sí. Bueno, me marcho a casa. ¡Adiós! -Contestó él.



-¡Espera! Eric, ¿puedo preguntaros algo? -Dijo ella apurada.



-Lo que queráis. -Respondió Eric.



-¿Creeis en el amor Eric? -Preguntó ella muy seria.



Eric se calló y se puso muy serio. ¿El amor? ¿Qué clase de pregunta era esa?



-Eso es algo que no puedo responder princesa Ényah. Buenas noches. -Dijo Eric mientras se marchaba.



¿Así que el amor eh...? No, él no podía creer en eso. Ya le habían decepcionado bastante. A él no le importaba estar solo. A veces sí que es cierto que desearía estar con alguien, cuando ve a Chris y Nérida lo bien que se entienden siente cierta envidia pero, no era algo que le atormentase todo el tiempo. Además, lo que sentía por Ényah no cree que sea algo parecido al "amor", pero sí que pensaba que es simpática.

Eric llegó a su casa y fue a dormir.





-Eric, me marcho de Denfly. No quiero volver a tener nada que ver con este lugar ni con nadie de aquí.



-Dayron, por favor, escúchame...



-¿Acaso tú me escuchaste en su momento? ¿Lo hiciste? ¡No! ¡Estabas tan enamorado de Karina que no quisiste escuchar a uno de tus mejores amigos! ¡Estabas ciego! Sabías que no me lo estaba inventando pero te querías engañar a ti mismo. Karina es una criminal, te ha utilizado y ha intentado matarnos a todos. Si me hubieras escuchado un maldito segundo yo tendría aquí mi pierna y podría entrar en el grupo de cazadores de monstruos, pero ya no puedo Eric, nunca podré serlo. Y si me hubieras escuchado, ahora estarías volando sobre Cielo.



-Dayron... Yo... Lo siento...



-Sí, ahora lo sientes. Ya es tarde Eric, adiós.



-¡Dayron! ¡Por favor! Dayron...Yo...No te vayas...



Eric se sobresaltó de la cama. Los recuerdos le invadían convertidos en pesadillas. Trató de volverse a dormir ya que mañana era un día importante, pero no podía. Nunca se perdonará aquel error del pasado. Fue al tejado de su casa y observó el cielo estrellado hasta que amaneció, y luego recogió sus cosas para ir al puerto.












































CAPÍTULO 4


El palacio



Todos fueron hacia la sala del rey, por los inmensos pasillos de aquel palacio. Les costó encontrar la sala pero finalmente llegaron. Tocaron a la puerta y un caballero del rey les abrió.



-Mi señor, los cazadores de monstruos están aquí. -Dijo el caballero.



-Adelante chicos.-Contestó amablemente el rey.



Al fin lo veían de cerca, siempre lo habían visto en actos públicos asomado en su balcón, pero nunca habían estado tan cerca. El rey Alfgar, Era un hombre corpulento, alto. Tenía unos cincuenta años pero no parecía estar cansado. Tenía el pelo canoso pero largo, y los ojos azules, sus rasgos estaban muy marcados y su mirada era firme pero un poco triste, probablemente porque, como todos sabían, en la guerra perdió a su esposa y se quedó solo con su hija Ényah, que vive junto a él en el castillo.

Todos se pusieron en fila delante de él e hicieron una reverencia.



-Quería agradeceros personalmente lo que habéis hecho. Por lo que sé ese hombre, junto a otro mago y un caballero mío querían tomar el control de Denfly, invocando a mounstros controlados por ellos. Y habeis conseguido capturar a los tres, sois increíbles. Pero, lo que no sabemos, es si actuaban para una organización, o lo que es peor, para otro país. Así que debo pediros un favor.



-Lo que usted ordene, su majestad. -Contestó firmemente Chris.



-Vereis, necesito que vayais a las islas de Pernea, -Comenzó a ordenar el rey- y que habléis con el rey Tristán, viejo amigo mío, y le pidáis que nos den protección extra y refuerzo. Os mando a vosotros porque para llegar a esas islas desde aquí la ruta es peligrosa, ya que hay que pasar por el mar de Cor, que como sabeis, está plagado de monstruos salvajes. Llevareis con vosotros uno de mis mejores ejércitos como ayuda, además os proporcionaré uno de mis barcos de batalla. No podemos caer en estos momentos, Denfly tiene que resistir. Así que en dos días partireis a primera hora, ¿entendido?



-¡Sí, su majestad! -Contestó Chris.



-Y como muestra de agradecimiento, hoy os invito a cenar en mi palacio. -Sonrió el rey.



-¡Muchas gracias señor! -Contestó Dafne feliz, ya que no había comido en todo el día.



Salieron de la sala y fueron a pasear por el palacio, era increíble, parecía una mansión infinita. Comenzaron a visitar la bilioteca, repleta de todo tipo de libros, tenía dos plantas, y en medio una esfera gigante del mundo. Depués visitaron el gran salón, donde había unas escaleras en las que estaba el trono del rey y el de la princesa a su izquierda.



-Menudas fiestas podría hacer aquí, ¿os imaginais cuantas chicas vendrían? -Digo Sever ilusionado.



-¡Siempre estás igual eh! -Contestó Dafne. Sever re rió y siguieron viendo salas, sin darse cuenta se estaban separando con cada sala que visitaban. Eric al final acabó solo, pero cuando se dio cuenta ya no encontraba a sus compañeros. Estaban todos tan impactados por la belleza del castillo que no se daban cuenta de lo demás.

De pronto Eric llegó a un jardín inmenso, y se quedó mirando unas flores que parecía que tenían pensamientos propios, ya que se movían alegremente.



-Son mis flores favoritas. ¿No son geniales? -Le dijo una voz muy aguda y fina a Eric.



-Sí que lo son. -Eric no se había dado cuenta de con quien estaba hablando, simplemente miraba como las flores se movían de un lado a otro. Cada una era de un color, era impresionante. Eric se giró para saber con quien hablaba y se dio cuenta de que tenía ante él a la princesa Ényah. Se puso blanco al verla, ya que le había hablado como si fuese una persona normal y corriente. Podrían hasta mandarlo al calabozo por eso. Era una chica con el pelo rubio recogido en una coleta al lado, tenía unos rizos preciosos. Sus ojos eran azules y tenía una cara muy feliz. Era alta y muy delgada, parecía una muñeca.



-¡Perdóneme su majestad! ¡No me dí cuenta, mis disculpas princesa Ényah! -Dijo él muy apurado.



-¡Jajaja! No pasa nada. -Sonrió ella.- Yo también me quedo tan impresionada cuando veo esas flores que no me doy cuenta de nada. ¿Cuál es tu nombre? ¿Trabajais para mi padre? -Preguntó ella.



-Mi nombre es Eric Faighton. No, no trabajo para él, pero me ha encomendado una misión junto a mi grupo para mantener la paz en Denfly. -Respondió Eric.



-¿Cual es su profesión? -Preguntó la princesa interesada.



-Pues... soy cazador de monstruos. -Contestó él.



-¡Asombroso! Debeis haber estado en muchos sitios, pero ¿no os da miedo vivir sabiendo que en cualquier misión podeis perder la vida? -Dijo ella.



-Bueno, tampoco le tengo mucho apego a ella. Además, no temo a la muerte, para mí es simplemente la ausencia de vida. -Contestó Eric serio.



-Vaya, sois una persona interesante.-Le dijo Ényah. -¿Vais a quedaros hoy aquí?



-El rey nos invitó a cenar esta noche, -Dijo Eric- después nos iremos a casa y en dos días partiremos.



-Vaya...Eric, ¿Querríais venir mañana? Me gustaría salir del castillo e ir por a aldea, y necesito un guardaespaldas....-Le propuso la princesa.



-Sí, mi señora. Pero, ¿el rey estará de acuerdo? -Contestó él. -A primera hora vendré aquí.



-El rey no sabrá nada. -Dijo ella.



-Bueno princesa... como mande. -Aceptó Eric.



-Perfecto, hasta mañana pues. -Se despidió ella feliz.



Eric no entendía lo que acababa de pasar, ¿la princesa pidiéndole protección? Intentó no pensarlo mucho, y fue a bucar a sus compañeros, que le estaban esperando en el salón principal.



-¡Eric! ¿Dónde te habías metido? ¡Vamos a llegar tarde! -Gritó enfadada Dafne.



-Lo siento, estaba en el jardín. -Le dijo Eric temeroso.



Avanzaron hacia el gran comedor donde les estaba esperando el rey junto a su hija. Era inmenso, la mesa estaba repleta de todo tipo de comida. Las paredes eran blancas con detalles dorados, y habia una lampara enorme de cristal colgando del techo. Habían muchos sirvientes rodeando la mesa, invitándoles a tomar asiento. No se lo podían creer.



-Por favor muchachos, sentaos y comed todo lo que querais. -Les ofreció el rey Alfgar. -Por cierto, os presento a mi hija Ényah.



Todos hicieron una reverencia a la princesa, y ella les sonrió.



-Os agradezco la ayuda prestada a Denfly, por favor, comed cuanto querais. -Dijo Ényah con una amplia sonrisa.



-¡Madre mía! ¡Esto es increíble! Después de esto no voy a comer durante tres días. -Dijo Dafne muy emocionada.



-¡Dafne! ¡Compórtate! Eres una señorita. -Le dijo Sever.



-¡Una porra! Por cierto, ¿alguien tiene una bolsa? Podemos meter comida y nos la llevamos para otro día. -Susurró Dafne a sus compañeros.



-¡Dafne! ¡Estás loca! ¡El rey nos tomaría por ratas! -Dijo sorprendido Chris.



-Sólo es por aprovechar bien esta cena... -Contestó ella.



Todos se rieron. La cena estaba espectacular, todo era delicioso. El rey les preguntó por sus vidas y tubieron conversaciones agradables. Se lo pasaron realmente bien.

Después de aquella cena, cada uno marchó a su casa.