-¡Siete!
-¡Con
este nueve!
-¡Dos
a la vez! ¡Nueve!
-¡Sólo
queda uno Chris!
-¡Vamos!
Chris
y Eric saltaron juntos a por el último Forion que quedaba con vida. Eran unas criaturas bastante desagradables a la vista,
eran muchos pero también eran fáciles de vencer, monstruos bajitos y brutos que luchan con armas grandes y pesadas, pero lo bueno es que una inteligencia muy reducida. Los dos se miraron
desafiantes, eran unos cabezotas y muy competitivos entre ellos, pero
Chris siempre le ganaba en ser testarudo a Eric.
-Bueno
pues está bastante claro que he ganado yo, ¿no? -Vaciló Chris
-¡Pero
si le he dado yo primero! -Contestó Eric rabioso.
-Oh
vamos, esta vez te dejaré ganar pero porque ya te voy ganando con
demasiada ventaja y quiero darle más emoción... -Chris, como
siempre, chinchando a Eric.
-¡Pero
si estamos casi empatados! Qué morro tienes...Siempre vas a ser
igual eh -Dijo Eric.
-Bueno,
supongo que hay cosas que nunca cambian. Por cierto, vamos a salir de
aquí que esto empieza a derrumbarse, ¡corre Eric! -Advirtió Chris.
Se encontraban en las ruinas de las afueras de Denfly, los
dos escaparon del derrumbamiento de aquel lugar. Les habían mandado
la misión de aniquilar a los Forion, ya que estaban causando
problemas al sureste de Denfly. Ésta vez mandaron a Chris y Eric
sólos, ya que Gardian, el director de su grupo de cazadores de monstruos, sabía que podían vencerlos fácilmente.
Subieron a sus dragones, y volvieron a Denfly.
-Hola
muchachos, veo que pudísteis con el problema de los Forion, ¿estoy
en lo cierto?-Comentó Gardian
-Por
supuesto, jefe. -Respondió firmemente Chris.
-Perfecto,
aquí teneis 300 Denlas cada uno. Por cierto, os he traido un
regalito para los dos. Una espada de las de Kóregan y otra de
Solemor. Talladas a mano por los guardianes del lago del Fin, con las
cuales murieron defendiendo su territorio, ahora las he conseguido
para vosotros. Existen también cinco espadas más, así que
valoradlas bien, que cada una es única. -Ofreció Gardian.
-¡Guau!
Son increíbles, ¡con ésto seremos mucho más fuertes, Chris! -Eric
se emocionó al ver tales espadas.
-Son
geniales, la espada de Solemor es muy pesada, pero hace unos cortes
profundos y eficaces, y la espada de Kóregan, no pesa demasiado,
pero hace unos cortes precisos y está muy afilada. Así que, por
vuestras habilidades y físico, creo que será mejor la espada de
Solemor para Chris y la de Kóregan para Eric. -Propuso Gardian.
-¡Perfecto!
-Dijeron los dos a la vez.
-Bueno,
eso era todo chicos, mañana teneis el día libre. Hasta pronto.
-Adiós
señor Gardian.
Chris
y Eric salieron de la sala, y se fueron a una taberna cercana donde
estaban sus demás compañeros.
-¡Chris!
-¡Nérida!
Chris
fue corriendo a abrazar a Nérida. Era una chica de unos diecisiete
años, con el pelo largo y liso, de color negro, y los ojos de color
verde intenso. No era muy alta, y era delgada, tenía una sonrisa que
le hacía parecer una niña pequeña, además tenía una voz muy
dulce y tranquila. Llevaba unos pantalones largos negros, con una
camisa gris, era una chica discreta. Nérida miró de nuevo hacia la
puerta y vio a su amigo Eric.
-¡Eric!
¿Cómo ha ido la misión? ¿Estáis los dos bien? -Preguntó Nérida.
-¡Hola
Nérida! Ha marchado todo como la seda, no te preocupes. Pero que
sepas que tu novio es un tramposo. -Contestó Eric, riéndose.
-No
hace falta que lo jures. -Rió Nérida.
-¡Eh,
eh! ¿Acaso os vais a aliar contra mí? ¡Eric te recuerdo que ahora
tengo la espada de Solemor! -Chisteó Chris.
-¿Tienes
la espada de Solemor? ¡Es increíble Chris! -Dijo Nérida.
-Sí,
y Eric la de Kóregan. ¡Ahora seremos más increíbles que antes!
-Dijo orgulloso Chris.
-¿Las
espadas de Solemor y Kóregan? ¡El jefe os tiene mimados eh! -Dijo
una voz potente pero femenina. Sin duda era Dafne, una chica de
diecieis años, era una chica alta y esbelta, se la veía fuerte,
llevaba el pelo rubio ondulado, recogido con una cinta, tenía los
ojos de color almendra, y una energía infinita. Llevaba unos
pantalones cortos con unas botas negra altas y una camiseta roja de
tirantes. Era la típica chica con la que no te gustaría discutir.
-¡Dafne!
¿Ya has vuelto de la misión contra los Garuk? -Se asombró Eric.
-Pues
claro, yo volví ayer. Sois dos lentos, y yo sin espada...Pero que
sepáis que he conseguido un arco nuevo para destriparos a todos.
-Contestó Dafne.
-¡Lo
peor es que sí que lo harías! -Bromeó Chris.
-Por
cierto, ¿Dónde están Sever e Ian?
-Preguntó Eric
-Pensando
en un plan para robaros las espadas. -Aparecieron Sever e Ian por la
puerta de atrás.
Ellos
tenían también unos dieciocho años. Sever era un chico muy
atractivo, con el pelo muy rubio y los ojos azules, era alto y
fuerte, y tenía una sonrisa picarona. Llevaba el pelo corto pero con
la parte central más larga hacia arriba, le quedaba muy bien. Ian,
en cambio, llevaba el pelo casi por los hombros de color negro muy
liso, que le tapaba casi un ojo, éstos eran azul muy oscuro, pero
tenía algo en la mirada muy profundo. No era tan alto, ni tan fuerte
como Sever, pero su sonrisa era mucho más bonita, lástima que
sonriera pocas veces.
-¡Chicos!
¿Cómo estáis? -Preguntó Chris.
-Muy
cansado, me voy a morir de sueño. Los Garuk tenían una energía...
Eran pocos pero pesados. -Respondió Sever.
-¿Y
tú, Ian? -Preguntó Nérida.
-Bien.
-Contestó Ian mirando al suelo.
-Pues
si todos estamos bien, ¡vamos a celebrarlo! ¡Yo invito! -Gritó
Dafne feliz.
Todos
comenzaron a beber y a contar anécdotas sobre sus misiones.
-Chicos,
me voy ya. Ya nos vemos. -Dijo Ian.
-¡Pero
si aún vamos por la primera ronda! ¿Ya te vas? -Conestó Dafne.
-Es
que estoy cansado, pasadlo bien. -Y se fue.
-Este
chico... siempre tan reservado, así nunca ligará. -Dijo Sever.
-¿Oye
tú no estabas muerto de cansancio? -Le preguntó Chris.
-Un
poco pero... ¿has visto a esas dos chicas? ¡No me iré sin
conquistar al menos a una!-Dijo Sever animado.
-Desde
luego... ¡eres un mujeriego! -Le dijo Nérida.
-No
eh, sólo que intento comprender a las mujeres, ¿y qué mejor forma
que pasar un buen rato con ellas? -Bromeó Sever.
Todos
rieron, lo estaban pasando genial a pesar de estar cansados por sus
misiones. Eran un buen equipo. Pasaron juntos una buena noche, y
después cada uno se marchó a su casa.
Chris
acompañó, como siempre, a Nérida a su casa. Iban cogidos de la
mano mientras andaban por las calles de Denfly.
-No
me gusta que nos den las misiones separados. -Le dijo Chris.
-A
mi tampoco... Pero ya sabes, aquí no mandamos nosotros... -Contestó
Nérida.
-Lo
sé, y eso me enfada, porque en esas misiones si te pasa algo no
podría protegerte, pero ¿sabes qué? Algún día, te prometo que sí
que mandaremos nosotros, me cueste lo que me cueste, te daré un buen
futuro. -Dijo Chris.
Nérida
miró feliz a Chris, sabía que él era capaz de cualquier cosa por
ella.
-Chris,
no me hace falta una vida mejor. Con la que tengo ahora soy muy
feliz, y es gracias a ti. -Ella le sonrió y se abrazaron.
De
pronto, mientras se abrazaban, Chris empujó a Nérida hacia atrás
muy fuerte y desenvainó su nueva espada.
-¡Quédate
atrás Nérida! ¡Yo me encargo! -Gritó Chris. Un monstruo, que
parecía un Kinir, (es una especie de lobo muy rabioso con los
colmillos afilados y que lanza fuego) les atacó. A Chris no le costó
mucho vencerlo ya que era un sólo Kinir y no era muy fuerte.
-¡Nérida!
¿Estás bien? -Chris fue corriendo hacia donde ella estaba.
-Sí,
tranquilo. Te ha hecho una buena quemadura... Siéntate. -Le dijo
Nérida.
Se
sentaron en un banco que había cerca y Nérida le curó la quemadura
en seguida gracias a sus poderes de sanación.
-¿Te
encuentras bien? -Preguntó ella.
-Sí,
muchas gracias. Es extraño... tenemos muy controlados a los
monstruos... ¿Cómo se ha podido colar un Kinir en Denfly? Me
pregunto si habrán más, pero no creo... Habrá sido un descuido...
supongo. -Chris se preocupó bastante, ellos mismos eran los que se
encargaban de cazar a los monstruos que intentaban hacer algún daño
a su aldea.
-No
te preocupes Chris, habrá sido un descuido. -Le dijo Nérida para
tranquilizarle.
-Eso
espero... -Contestó él.
-Mañana
nos vemos, buenas noches. -Llegaron a la puerta de casa de Nérida y
ella abrió la puerta.
-Dulces
sueños. -Chris la besó en la fente y se marchó hacia su casa,
pensando en lo que había pasado. Sentía que había hecho mal su
trabajo, o que algo extraño estaba pasando, pero tampoco quiso hacer
un mundo de ello, ya que, tenía muchas cosas en las que debía
pensar...
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