Dolor
interno
-Chris...
¿Por qué me evitas? Antes estabas siempre conmigo pero desde hace
unos días ni me miras... Yo....quería hablar contigo.
-¿Qué
pasa?
-Verás...
eh... Desde que nos conocimos, hemos luchado codo con codo. Me
enseñaste a manejar el arco, de echo me regalaste el que uso. Me has
salvado de muchos monstruos y lo hemos pasado muy bien juntos...
Chris...yo... estoy enamorada de ti.
-Es
cierto que lo pasamos muy bien juntos, nos llevamos genial...
Pero...me he distanciado porque... he conocido a una chica que es
algo totalmente distinto... Verás, contigo está todo bien, pero, no
siento nada... En cambio ella... Espero poder llegar a estar junto a
ella algún día, desde el primer día que la vi siento mariposas en
el estomágo... mariposas eh, jamás creí que eso existía de
verdad. Lo siento, Dafne.
-Chris...¿por
qué no me lo dijiste sin más? ¿Por qué me hiciste ilusiones y
luego simplemente te alejaste? ¿Qué tiene ella que no tenga yo...?
-Lo
siento... no sabía como decírtelo... y pensé que si me alejaba te
olvidarías de mi... Y no es que ella tenga algo más o menos que tú,
simplemente Nérida tiene ese "algo" que hizo que me
enamorara perdidamente, es algo que contigo nunca podría llegar a
sentir. Dafne... no estés mal por favor...
-¡E-Eres
un maldito idiota! ¡Creía que eras alguien noble, alguien digno de
admirar! ¡Pero no llegas ni a la planta de los pies de cualquier
villano! ¡Así que, deja de hacerte el maduro y el ejemplar porque
eres el peor de todos! ¡Te odio!
-¡Dafne!
¡Espera!
Dafne
se despertó sobresaltada, con lágrimas en los ojos. Odiaba soñar
con ese recuerdo. Volver a sentir esa sensación de vacío en el
momento en que Chris pronunció esas palabras. Lo que le costó
asumir la realidad y ver a Chris de nuevo como a su amigo y a Nérida
como a una compañera más, la novia de Chris. Las noches en vela que
pasó llorando por sentirse tan humillada.
Pero
desde ese día nunca más estaría con ningún chico, eso estaba
claro. No iba a sufrir por nadie, ¿para qué? Así estaba bien.
Ya
era por la mañana, así que fue al baño a lavarse la cara.
-"Es
algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Aquellas
palabras retumbaban en su cabeza... Dafne se miró al espejo,
pensativa. Alzó su mano hacia el espejo, rozándola por la zona que
reflejaba su mirada.
-Nunca
serás Nérida, ni para Chris, ni para nadie.- Se dijo así misma.
Le
cayó una lágrima por su mejilla, pero rápidamente se la quitó y
fue a vestirse, otro día debía comenzar, otro día más...
-¡Buenos
días su majestad! -Dijo Eric animado.
-¡Buenos
días Eric! -Contestó la princesa Ényah.
-¿A
dónde le apetece ir hoy mi señora? -Preguntó él.
-Pues,
he oído que hoy hay un gran desfile en la plaza central, ¡llévame!
-Ordenó ella simpática.
-Oh,
es cierto, el carnaval de Denfly. ¿Nunca lo ha visto, su majestad?
-Preguntó extrañado Eric.
-No,
nunca me dejan salir de castillo. Pero mando a que hagan fotos, y
luego una vez impresas las veo, y así sé más o menos sé lo que ha
pasado. Pero no tiene ni punto de comparación con ir a verlo... Por
cierto, no quiero llamar la atención, asi que hoy me pondré un
vestido sencillo y no llevaré la corona, no quiero que nadie me diga
nada. Así que no me hables tan formal, Eric. -Dijo ella sonriente.
-Está
bien... Ényah. -Dijo Eric forzoso.
-Muy
bien, espérame aquí, voy a cambiarme. -Contestó ella.
Eric
la esperó por un rato en el la puerta principal del castillo. No se
podía creer que fuese a ir a ver el desfile con la princesa de
Denfly, estaba asombrado. La princesa Ényah salió del cuarto con un
vestido color rojo oscuro muy sencillo, y llevaba una coleta alta
hecha con un lazo. Parecía una ciudadana más de allí, aunque era
muy guapa.
Comenzaron
a andar por la ciudad, dirigiéndose al centro de la aldea a ver el
gran desfile de carnaval. Llegaron y Ényah quedó completamente
impresionada, era todo tan colorido... Habían carrozas enormes de
todos los colores donde había encima gente disfrazada. También
había una orquesta que reproducía alegres melodías. La gente
tiraba globos, serpentinas... Era una vista muy alegre. Apareció la
reina del carnaval y el alboroto fue mucho mayor. Estaba disfrazada
de princesa, llevaba una corona gigante de color rojo y un vestido
muy pomposo de muchos alegres colores. Iba feliz saludando a todos y
lanzándoles besos. Ényah miraba muy alegre.
-¡Ojalá
tuviese yo una carroza tan bonita! -Gritó emocionada.
-¡Jajaja!
¿Te gusta? -Preguntó él.
-¡Es
increíble! ¡Nunca había visto nada tan colorido! Además, estás
aquí conmigo. Mi vida es perfecta. -Dijo ella mirándole feliz.
-Ényah...
-Eric se puso rojo como un tomate- Apenas me conoces...
-Pero
me transmites mucha tranquilidad, además eres muy guapo Eric. -Dijo
ella avergonzada.
-Esto...
¿Quieres ir a tomar un helado? ¡Conozco un sitio que hacen unos
helados increíbles! -Contestó él muy deprisa.
-¡Vale!
-Respondió ella.
~
Dafne
fue al bar de al lado de su casa. Había estado toda la mañana con
su dragón, Luz, volando y entrenando con él. Llegó cansada allí,
sola. Se sentó en un taburete de la barra y pidió una cerveza y
unos cacahuetes.
-¿Hoy
tienes día libre Dafne? -Preguntó el camarero, James.
-Si,
ya era hora -Respondió ella.
El
camarero la miró feliz y le sirvió su pedido.
De
pronto escuchó unas risas entrando al bar, eran Chris y Nérida.
Iban cogidos de la mano y se sentaron en una mesa pegada a una
ventana del bar. Dafne, intentando disimular su tristeza, se acercó
a saludarles.
-¡Hola
tortolitos! -Dijo sonriente.
-¡Hola
Dafne! ¿Quieres tomar algo? -Sonrió Nérida con su bonito rostro de
niña pequeña.
-No
gracias, ya me he tomado una cerveza y unos cacahuetes, pago y me
iré. -Respondió ella simpática.
-Oh,
bueno, pues me alegro de verte. -Dijo Nérida.
-Y
yo, ¡pasadlo bien! -Dijo Dafne mientras miraba feliz a Chris.
Dafne
se acercó a la barra para pagar lo que había tomado, y Chris se
acercó para pedir. Había gente delante así que tuvieron que
esperar su turno. Chris miró a Dafne y se acercó a ella.
-Dafne,
¿cómo estás? -Preguntó Chris preocupado.
-Estoy
muy bien Chris, ¿y tú? -Dijo ella mirándole seria.
-Bien...
¿Pero tú segura que estás bien? -Respondió Chris.
-Chris,
ya hace mucho que pasó todo, en serio, no te preocupes, ¡todo está
bien! -Dijo ella feliz.
-Está
bien Dafne, nos vemos. Te invito a lo que hayas pedido -Chris le
sonrió y se acercó al camarero.
-Gracias
Chris. -Dijo ella y se marchó.
Dafne
se despidió de Nérida y salió de aquel bar. Al salir vio a Sever
con una chica, le estaba diciendo que después de la expedición en
barco volvería e iría a su casa con unas flores, pobre chica,
siempre las engañaba a todas...
-¡Hombre,
Dafne! Qué grata sorpresa. Mira Elisa -dijo Sever
-Melisa
-Le respondió la chica.
-Eso.
Esta chica es la que salvé de las garras de un mounstro horrible,
era una Jandred (especie de araña con muchas patas). -Dijo Sever
entusiasmado.
-Pero
qué... -Dijo Dafne. Todo era completamente mentira, siempre le
salvava ella a él, pero Sever comenzó a mirarla con cara de pena y
ella le dijo que todo era verdad.
-¡Eres
increíble Sever! -Dijo la chica emocionada.
-Lo
sé... Bueno, Dafne, nos vemos mañana. Espero no tener que salvarte
de más mounstros eh -Dijo Sever.
-Sí
eh...-Contestó Dafne con ironía.
Se
despidió de ellos y se fue a la montaña más alta de Denfly, la
montaña Dénara. Subió sin su dragon porque no quería que hiciera
mucho esfuerzo, así que la escaló sola con su arco a cuestas. Llegó
a la cima, era la primera vez que subía. Vio Denfly y reconció que
era preciosa. El castillo, el bosque, las casas, todo... Era
maravilloso. Comenzó a practicar su puntería con el arco, y sin
darse cuenta se le hizo de noche.
Empezó
a descender la montaña, por la ladera ya que así el trayecto era
más corto a pesar de que estaba excesivamente empinada, pero estaba
demasiado oscuro. Debía de tener mucho cuidado o se caería y
probablemente se mataría. Pero, por el cansancio, y quizás un poco
de mala suerte, mientras bajaba, apoyó el pie en una roca frágil y
se cayó...
Qué
torpe había sido... Bueno, no estaba mal una muerte así para ella.
Aunque la gente pensara que era un suicidio ni si quiera había sido
eso, era mucho más tonto... Pero en fin, ¿a quién le importaba? Si
estaba sola, y así es como iba a morir, sola.
"Es
algo que contigo nunca podría llegar a sentir...". Volvieron
a resonar esas palabras en su cabeza, ¿de verdad era lo último que
iba a pensar? ¿Ya está?
Pero
de pronto, apareció un chico vestido de negro sobre un dragón
blanco. Sin duda era Ian. Alcanzó a Dafne a tiempo y la subió a su
dragón.
-¡Idiota!
¿Qué hacías ahí sola? ¿Qué pretendías? -Gritó Ian histérico.
-Yo..
eh... Estaba practicando...pero se me hizo de noche y no tenía a mi
dragón... -Respondió ella avergonzada.
-¡Dafne!
¡De veras eres tonta! En fin... agárrate fuerte, vamos a aterrizar.
-Gritó Ian.
El
dragon de Ian aterrizó cerca de la casa de Dafne. Ella bajó del
dragón y miró hacia arriba, donde estaba Ian sobre su dragón.
Hacía una imagen muy bonita. Él iba de negro con su dragón blanco
en la noche y justo detrás se veía el cielo estrellado con una luna
inmensa. Se dio cuenta de que Ian le acababa de salvar la vida.
-Bueno,
me voy, descansa que mañana nos espera un duro día, y no hagas más
tonterías. -Dijo Ian serio. Se giró en su dragón para despegar de
nuevo.
-¡Ian!
.gritó ella.
Él
se giró inesperado.
-Gracias...
por salvarme... de no ser por ti estaría muerta. -Dijo ella mirando
al suelo.
-Oh...
no importa... Bueno, adiós. -Ian despegó con su dragón y se fue a
casa.
Dafne
suspiró y se fue a su casa. La mente de Ian era como un muro de
piedra para ella. Totalmente impenetrable.
~
Eric
y Ényah lo habían pasado muy bien ese día, pero ya se les había
hecho de noche así que Eric la llevó a castillo.
-Eric,
me lo he pasado genial. Realmente eres increíble. -Agradeció Ényah.
-Yo
también lo he pasado bien, un placer haberla protegido mi señora.
-Respondió Eric.
-Mañana
os vais, ¿cierto? -Preguntó ella.
-Sí.
Bueno, me marcho a casa. ¡Adiós! -Contestó él.
-¡Espera!
Eric, ¿puedo preguntaros algo? -Dijo ella apurada.
-Lo
que queráis. -Respondió Eric.
-¿Creeis
en el amor Eric? -Preguntó ella muy seria.
Eric
se calló y se puso muy serio. ¿El amor? ¿Qué clase de pregunta
era esa?
-Eso
es algo que no puedo responder princesa Ényah. Buenas noches. -Dijo
Eric mientras se marchaba.
¿Así
que el amor eh...? No, él no podía creer en eso. Ya le habían
decepcionado bastante. A él no le importaba estar solo. A veces sí
que es cierto que desearía estar con alguien, cuando ve a Chris y
Nérida lo bien que se entienden siente cierta envidia pero, no era
algo que le atormentase todo el tiempo. Además, lo que sentía por
Ényah no cree que sea algo parecido al "amor", pero sí
que pensaba que es simpática.
Eric
llegó a su casa y fue a dormir.
-Eric,
me marcho de Denfly. No quiero volver a tener nada que ver con este
lugar ni con nadie de aquí.
-Dayron,
por favor, escúchame...
-¿Acaso
tú me escuchaste en su momento? ¿Lo hiciste? ¡No! ¡Estabas tan
enamorado de Karina que no quisiste escuchar a uno de tus mejores
amigos! ¡Estabas ciego! Sabías que no me lo estaba inventando pero
te querías engañar a ti mismo. Karina es una criminal, te ha
utilizado y ha intentado matarnos a todos. Si me hubieras escuchado
un maldito segundo yo tendría aquí mi pierna y podría entrar en el
grupo de cazadores de monstruos, pero ya no puedo Eric, nunca podré
serlo. Y si me hubieras escuchado, ahora estarías volando sobre
Cielo.
-Dayron...
Yo... Lo siento...
-Sí,
ahora lo sientes. Ya es tarde Eric, adiós.
-¡Dayron!
¡Por favor! Dayron...Yo...No te vayas...
Eric
se sobresaltó de la cama. Los recuerdos le invadían convertidos en
pesadillas. Trató de volverse a dormir ya que mañana era un día
importante, pero no podía. Nunca se perdonará aquel error del
pasado. Fue al tejado de su casa y observó el cielo estrellado hasta
que amaneció, y luego recogió sus cosas para ir al puerto.
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