lunes, 26 de agosto de 2013

CAPÍTULO 3


 
El mago de las sombras



Todos se reunieron en la puerta de casa de Chris. Estaban todos ya armados y preparados. Llevaban sus dragones, cada uno el suyo.



-Está bien compañeros -Comenzó Chris- como sabreis, hemos recibido algunos ataques de monstruos por la aldea, y todos sabemos que eso no es normal porque la protegemos nosotros mismos. Gardian me ha ordenado que investiguemos por Denfly hasta encontrar a la persona que los está invocando desde dentro. Ovbiamente no va a ser fácil, así que estad muy atentos y usar la lógica ante todo. Nos dividiremos en grupos de dos. He pensado que lo más óptimo sería que fuese un guerrero con un mago, para compensar. Eric, tú irás con Sever, ireis por la zona norte y centro de la aldea. Ian y Dafne irán juntos, os encargaréis del este y sudeste. Nérida, esta vez irás conmigo, comprobaremos la zona oeste y sudoeste. En cuanto encontréis algo o alguien, mandad a uno de vuestros dragones para avisar a los demás para reforzar, ¿está claro?



-¡Sí! -Exclamaron fuertemente todos.



Se separaron en parejas y comenzaron con la búsqueda.



Eric y Sever subieron a sus dragones y comenzaron su búsqueda juntos. Comenzaron con la zona central de la aldea, ya que se encontraban más cerca de ella. Sever, como siempre, comenzó a poner nervioso a Eric con sus preguntas.



-Bueno Eric... ¿cuándo piensas echarte novia? Desde que te conozco sólo tuviste una y no has querido volver a saber nada del tema. ¡Disfruta de las chicas! -Comenzó a decirle.



-Sever, sabes que ya no me interesa ese mundo en absoluto. -Contestó Eric muy serio.



-Pero, a ver, ya sé lo de Karina, y que te hizo mucho daño... -admitió Sever- pero de ahí a desinteresarte por completo... ¿No crees que es excesivo?



-Puede, pero mejor prevenir que curar. Y ya tengo demasiadas heridas como para añadir más. Buscar el amor para mí es como elegir un cuchillo con el que cortarme las venas en un brazo lleno de cicatrices. -Eric se quedó quieto mirando al vacío. No tenía buena cara.



-Vale vale, mejor dejemos el tema, nunca te convenceré. -Contestó Sever.- Bueno, por aquí no se ve a nadie sospechoso, todo está en calma. Demos otra vuelta más y vayamos a la zona norte, al bosque de Terar.



-De acuerdo.-Confirmó Eric.



~



Dafne e Ian volaban por las calles del este de Denfy. Hacían un contraste muy bonito, ya que el dragón de Dafne, era completamente negro y el de Ian era blanco. Era una zona bastante solitaria, ya que, en la época de la guerra, fue el lugar más atacado ya que ahí se encontraban los mayores tesoros de la ciudad.







-¿No tienes hambre? Yo todavía no he desayunado...¿Comemos algo? -Sugirió Dafne. Ian y Dafne mantenían una relación extraña, eran compañeros pero lo que Ian pensaba de Dafne era todo un misterio.



-No hemos venido aquí para comer. -Dijo Ian.



-Pero sin fuerzas no lucharé bien, tú sabrás. -Contestó ella ofendida.



-Estoy seguro de que aguantarás. -Le respondió él. Bajaron a la superficie y comenzaron a andar cuando Ian se quedó mirando fijamente a unos hombres -Mira allí... esos dos.

-Había unos metros más delante dos hombres encapuchados hablando, parecía que estaban tramando algo. De pronto uno de ellos le entregó una especie de cristal azul de forma rectangular al otro. -Vamos a seguirles.



-Pero...¿a cúal? Se han separado. -Dijo Dafne.



-Al que tiene el cristal. Vamos. -Ordenó él.



Siguieron al hombre unas cuantas calles, hasta que el hombre se metió en un callejón sin salida, bastante oscuro. Miró a sus alrededores para comprobar que no había nadie, y de pronto, lanzó el cristal azul contra el suelo, creando una especie de portal al que entró.



-¡Vamos! -gritaron ambos.



Se apresuraron a entrar en el portal antes de que se cerrase. Cuando pasaron al otro lado llegaron a una sala grande y oscura, parecía un desván, donde estaba el hombre de la capa negra. Los dos se avalanzaron sobre él, pero les esquivó. Y con magia de sombras, les metió en una cárcel-burbuja.



-Vaya vaya... pero si sois los caza monstruos... Menudo placer conoceros... ¿O el placer es vuestro? Supongo que ya sabeis quien soy. Y ¿Sabeis qué? En unos momentos voy a invocar al gran mounstro de las sombras y vais a morir aquí. Luego lo lanzaré a la ciudad y morirán todos los demás y podré hacerme con el control de Denfly al fin...

¿No es maravilloso? -dijo el viejo mago, después se giró y siguió hablando más bajo.-Llevávamos tanto tiempo esperando por este día... ¡Y al fin ha llegado! ¡Denfly estará en nuestro poder, y ese maldito rey morirá pronto, como vosotros!



-¡Maldita basura! -Gritó Dafne. -¡Aquí el único que va a morir eres tú!. -Dafne intentó avalanzarse sobre él pero la brbuja era dura, así que Ian lanzó un ataque de rayo amarillo y ella la golpeó, rompiendo así la burbuja. Cuando se rompió fue corriendo hacia el mago con su espada. Ella no era muy buena en la espada, su especialidad era el arco, pero en esos momentos no tenía otra alternativa. Cuando estaba a punto de golpear al mago, éste levitó rápidamente y se fue hacia un lado lejano de la habitación.



-Aquí teneis a vuestro amigo... ¡SOMBRA INVOCATIO! -Conjuró el mago.



De pronto apareció una cortina de humo negro... Y un gran mounstro de unos 3 metros apareció en la habitación. Ian y Dafne tragaron saliva y se miraron. -Dafne, distráelo mientras yo conjuro el ataque del rayo, ¡rápido! -Ordenó Ian. -¡Sí!- contestó Dfne, ella fue corriendo sin miedo hacia el mounstro, rezando por salir viva de esta. Dafne comenzó a luchar contra él, pero apenas le hería ya que se movía muy rápido porque era muy poco denso. Básicamente era como una nuve de humo negra gigante pero con forma de monstruo.

Dafne no sabía como poder atacarle, en cambio el monstruo lanzaba una especie de llamas azules oscuras que cuando alcanzaban a Dafne le quemaban. -¡Dafne, son llamas azules mágicas! ¡Esquívalas o a la larga te quedarás paralizada!-Gritó Ian. Dafne trataba de esquivarlo e intentaba atacar pero no parecía muy eficaz.



~


Chris y Nérida comenzaron a volar sobre el sudoeste de la aldea. El dragón de Chris era color marrón, mientras que el de Nérida era de un color púrpura oscuro. Aterrizaron cerca de la plaza del castillo de Denfly y comenzaron a investigar.



-Chris, ¿qué piensas sobre todo esto? -Preguntó Nérida.



-Me huele todo muy raro... Espero que se arregle, porque podría traernos grandes problemas... -Contestó Chris muy serio. Él apreciaba su trabajo y quería ascender en él para conseguir una vida mejor y este problema podría acabar con todos sus sueños.



-Ya verás como entre todos lo resolvemos -Sonrió ella y le dió la mano. -Además con alquien como tú en el equipo es imposible perder algo como esto, así que ¡vamos!



Ellos siguieron investigando. Llegaron hasta la parte de atrás del castillo, y a lo lejos vieron dos hombres reunirse, uno iba con una capucha negra y el otro parecía un oficial del castillo de Denfly. Chris y Nérida se acercaron sigilosamente para escuchar de qué se trataba.



-Le acabo de dar el cristal de teletransportación al señor de las sombras. Con esto está todo preparado para que se invoque al gran mounstro de las sombras. -Afirmó el encapuchado.



-Perfecto, al fin podré ser alguien importante en esta aldea... Debemos asegurarnos de que la bestia acabe con todos los caza monstruos y caballeros, y sobre todo con el rey. -Respondió el oficial.



-Para ser un servidor del rey no pareces tenerle mucho aprecio... -Contestó el encapuchado.



-No, me repugna. Deseo su muerte. Y eso es lo que conseguiré hoy. -Afirmó. -Por cierto, ¿dónde se encuentra el lugar de invocación?



-En la parte este de la aldea, como no hay apenas gente, decidimos ir a esa zona. Está en la parte subterránea de un bar llamado "Las campanillas". Que quebró hace unas semanas. Pero pronto saldrá a la luz. -Le contó alegramente el encapuchado.



-El este... ¡ahí están Ian y Dafne! Nérida, manda a uno de los dragones con un comunicado para Eric y Sever contándoles lo que acabamos de oír, yo me encargaré de estos dos. Cuando acabes, ven y ayúdame con tus poderes de tierra. Asegúrate de que el dragón vaya al bosque de Terar. ¡Rápido! -Chris saltó desde los arbustos hacia esos dos hombres.



-¡Sí! ¡Ten cuidado! -Dijo ella.



-Vaya vaya... así que tenemos aquí un renegado y un traidor a la corona... Interesante.

-Chris empuñó su espada y comenzó a luchar contra los dos.



~

Eric y Sever caminaban por el bosque de Terar, no parecía haber nada extraño allí, cuando de pronto Eric cayó por una especie de cueva subterránea camuflada por el césped.



-¡Eric! ¿Estás bien? -Preguntó Sever.



-¡Sí! Me he hecho un poco de daño en el brazo pero estoy bien. Hey, parece que esta cueva es grande, voy a echarle un vistazo, de mientras ¡busca algo con lo que poder sacarme! -Contestó Eric.



-De acuerdo, pero ¡ten cuidado con lo que haces!-Le contestó Sever.



Eric comenzó a caminar sobre aquella cueva oscura, era muy grande, pero al final del camino, vio una luz azul clara que le llamó mucho la atención. Se acercó a ella, cuando de pronto la luz se hizo gigante, con forma de águila. Eric intentó atacarla pero no sirvió de nada, de hecho se le cayó la espada, ya que tenía el brazo malherido. El águila pasó una de sus alas por su espada, en la que se comenzó a grabar una especie de marca con símbolos desconocidos. Después pasó su ala sobre el brazo herido de Eric, en el que dejó otra marca extraña de color negro. Después el águila se desvaneció y no quedó nada de ella. Eric quedó perplejo ante lo sucedido, no entendía que acababa de pasar. Por si acaso, tapó bien la marca de su brazo y guardó su espada. Después volvió al principio de la cueva.



-¡Eric! ¿Has encontrado algo? -Gritó Sever.



-No, nada interesante. -Respondió Eric. Prefería no contar nada a nadie hasta no estar seguro de qué era lo que tenía.



-Vaya, estas cuevas son tan raras... ¡Agárrate a la cuerda! -Le lanzó una cuerda a Eric y él se agarró mientras Sever le subía.



De pronto Eric y Sever vieron como aterrizaba el dragón de Nérida en el bosque y fueron hacia él.



~



Dafne no podía más, estaba llena de quemaduras y ya casi no podía moverse, el mounstro era demasiado fuerte y ella llevaba mucho tiempo atacándole. El ataque de rayo de Ian lo único que hacía era dejar al mounstro ciego durante unos 10 segundos, pero no conseguían mucho más. De pronto el mounstro golpeó muy fuerte a Dafne, lanzándola hacia la pared con una fuerza increíble que casi la deja sin conocimiento.



-¡Dafne, no! -Gritó Ian, que lanzó un rayo al mounstro y fue corriendo hacia donde ella estaba. -Dafne, vamos levanta, Dafne, no podemos morir aquí.



-Ian...no puedo... no...-A Dafne se le empezaron a cerrar los ojos y quedó inconsciente.



Ian se giró hacia el mounstro y no le dio tiempo a reaccionar. Comenzó a asumir que iba a morir ahí, en un sitio que ni si quiera sabía donde estaba, sin haber podido cumplir ni un sólo sueño en su vida, sin haber podido proteger a su compañera, sin nada.



Ian fue corriendo hacia el mounstro con un ataque de rayo gris, que era lo más fuerte que tenía en ese momento, pero de pronto vio una luz azul cegadora, por un momento creyó que era el cielo, pero no podía ser, el mounstro no le había golpeado siquiera. Y cuando se oscureció un poco, vio como Eric comenzaba a luchar contra él con su espada nueva, pero se había hecho completamente azul clara, que destelleava una luz angelical, y se veía mucho más fuerte. El monstruo parecía sufrir sus ataques esta vez, Eric le ordeno lanzarle el ataque rayo a Ian y a Sever lanzarle el ataque de las llamas rojas. En el momento en que el mounstro quedó ciego, Eric le dio un golpe letal con su nueva espada y seguidamente el mounstro quedó envuelto en llamas. Habían ganado, Ian sobrevivió, no podía creerlo.

De pronto vieron que el mago de las sombras comenzaba a huir, pero Chris y Nérida aparecieron en la puerta y le detuvieron.



-No te vas a escapar, abuelo. -Le dijo Chris.



-Supongo que os he infravalorado... Sois muy buenos en realidad pero, esa espada... -Admitió el anciano.



Salieron todos de aquel bar y llevaron al mago a palacio. No solían visitar el palacio muy a menudo, de hecho Dafne nunca había ido y esta vez había despertado del desmayo allí dentro. Era magnífico, realzaba el honor y la elegancia en sus inmesas paredes repletas de cuadros y adornos que te hacían sentir minúsculo. Era realmente increíble.

Después de estar un rato allí, el rey los llamó para hablar con ellos.




















































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